Con el “Internet de las Cosas” (“IoT”) todo está conectado a la gran red de redes, y nosotros también. Debido a esto, los dispositivos que tenemos en casa nos ofrecen servicios que años atrás no eran posibles, como por ejemplo imprimir desde el smartphone en la impresora de la oficina o casa, conocer el estado en algún parámetro de nuestro sistema domótico también desde el smartphone o desde un servicio Web, gestionar la iluminación de las bombillas inteligentes, recibir un aviso si hace falta leche o agua en el frigorífico…